sábado, 29 de diciembre de 2012

'Una libra de carne' del Sistema Nacional de Salud

El domingo 16 de diciembre la cuarta Marea Blanca llegaba hasta Sol, mientras todavía subían desde Cibeles los sanitarios que venían desde el sur. En ese momento se escuchó un instante de silencio y de repente el aire de la calle Alcalá se fue llenando con la ola hecha grito de miles de gargantas: ¡sí-se-puede!

El año que termina ha supuesto para la sanidad un antes y un después. Con la coartada de la crisis se ha lanzado una verdadera contrarreforma sanitaria. Cuando el banquero Shylock prestó dinero a Antonio le puso como condición que si no se lo devolvía a tiempo le debería pagar con una libra de su propia carne. El Gobierno del Sr Rajoy, en el contexto de una crisis creada por especuladores financieros y defraudadores, planteó a la sociedad que tenía que recortar la sanidad. Y eligió "la libra de carne más cercana al corazón" del Sistema Nacional de Salud: el derecho a la atención sanitaria.

El Real Decreto 16/2012 daba marcha atrás a un proceso que se inició en 1986 con la aprobación de la Ley General de Sanidad. Aquella Ley suponía el reconocimiento del derecho de todas las personas a la atención sanitaria pública en condiciones de igualdad: la universalización. Entonces se sustituyeron la cartilla de beneficencia y la cartilla de la seguridad social por la tarjeta sanitaria individual. Progresivamente se reconoció este derecho a cerca de ocho millones de personas que antes recibían la beneficencia. Ahora el Gobierno del Partido Popular ha empezado a desandar el camino recorrido; se retira la cobertura a las personas que no tengan en regla su documentación de residencia, aunque vivan en España y puedan necesitar atención; se retira también la cobertura a los mayores de 26 años que no estén trabajando. Esta es la libra de carne que exigen los nuevos Shylock, la más cercana al corazón del sistema. Porque la universalización de la sanidad pública se fundamenta en el principio de que todos los seres humanos debemos ser iguales ante la enfermedad y tener derecho a la atención sanitaria en función de nuestra necesidad, y no de la capacidad de pago. En cambio los mercaderes piensan que la atención sanitaria es un asunto privado, un problema que cada uno tiene que atender, según sus medios. Es una mercancía. Y quien no pueda pagarla, que no reciba atención, o acuda a la beneficencia.

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