Este año había que inscribirse para votar en el extranjero y, de las casi 400.000 personas con derecho a ello, apenas se registraron 30.000 y, finalmente, ni 13.000 llegaron a introducir su opción en una urna. Las cifras han sido redondeadas para no perderse con tanto número, pero la que cuenta tiene dos decimales: la abstención fue del 96,74%.
Queda para otro día el debate sobre el derecho que puede ejercer un joven residente en Bariloche cuyo abuelo partió hace seis décadas de una tierra lejana que jamás ha pisado y que nada tiene que ver con la que el viejo dejó atrás el siglo pasado. ¿Es justo? ¿Tiene sentido? ¿Debería ese descendiente transatlántico tener la capacidad de variar el rumbo político de una región plantada a miles de kilómetros, a un árbol genealógico de distancia?
Noticia completa: http://blogs.publico.es/henrique-marino/
No hay comentarios:
Publicar un comentario