En el confuso incidente participaron al menos 60 terroristas, “probablemente con fusiles de asalto, ametralladoras ligeras, lanzagranadas y granadas de mano”, estima De la Cruz. “Es decir, todo el material que circula por la zona desde la guerra de Libia y es fácil de transportar”.
El Ejército es el encargado de proteger estas instalaciones junto con empresas privadas —“en Argelia normalmente son francesas o británicas”, precisa De la Cruz— que se tienen que coordinar con los militares. “El Ejército del país desempeña un papel muy importante, sobre todo en la vigilancia perimetral y en los desplazamientos. Esa zona externa, con garitas de vigilancia, se suele proteger con personal armado con fusiles de asalto como freno a un primer ataque, pero luego normalmente se instala armamento pesado, como ametralladoras, en una unidad militar acantonada”, relata De la Cruz.
Las multinacionales proporcionan a sus empleados expatriados formación para saber qué hacer en caso de evacuación de la planta, de secuestro o de otras contingencias, informa la noruega Statoil, que opera la planta atacada con la británica BP y la argelina Sonatrach.
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