Los reclamados, todos ellos en su día pertenecientes a la Brigada Mulchen de la DINA, son Juan Guillermo Contreras Sepúlveda, José Remigio Ríos San Martín, Jaime Lepe Orellana, Guillermo Humberto Salinas Torres, Pablo Blemar Labbe y Patricio Quilhot, todos ellos de nacionalidad chilena, al que se suma el estadounidense Michael Vernon Townley, también empleado de la DINA.
Los siete están acusados de haber participado en el secuestro y tortura del diplomático, a quien rompieron casi todas las costillas y, posteriormente, le inyectaron y le forzaron a beber pisco (aguardiente de uva) para darle muerte, aunque finalmente fue estrangulado. "Pobre Chile…”. Esas fueron las únicas palabras que el diplomático español Carmelo Soria fue capaz de articular durante el tormento, según el auto de procesamiento. Los torturadores querían saber su relación y sus contactos con el Partido Comunista de Chile.
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